EL PODER DE LA RESURECCIÓN

Ezequiel 36: 26, 27 “Os daré CORAZÓN NUEVO, y pondré ESPÍRITU NUEVO dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un CORAZÓN DE CARNE. Y pondré dentro de vosotros MI ESPÍRITU, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra”.

2 Corintios 5:1-5 “Bien sabemos que si se deshace nuestra casa terrenal, es decir, esta tienda que es nuestro cuerpo, en los cielos tenemos de Dios un edificio, una casa eterna, (Jesucristo) la cual no fue hecha por manos humanas. Y por esto también suspiramos y anhelamos ser revestidos de nuestra casa celestial (Jesucristo); ya que así se nos encontrará vestidos y no desnudos. Los que estamos en esta tienda, que es nuestro cuerpo, gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desvestidos, sino revestidos (de Jesucristo), para que lo mortal sea absorbido por la vida. Pero Dios es quien nos hizo para este fin, y quien nos dio su Espíritu en garantía de lo que habremos de recibir.”

El amor de Dios sobrepasa todo entendimiento, pues no solo que nos ha entregado un CORAZÓN NUEVO, devolviéndonos en El todo lo que se había perdido: la pureza, la santidad, la humildad, el amor, la fidelidad, la generosidad, el verdadero deleite, el gozo, etc. pues su intención no es la de reparar el corazón anterior, sino más bien, Dios quiere reemplazarlo con uno nuevo, esto es REGENERACIÓN.

Y como si esto fuera poco, nos ha dado también un ESPÍRITU NUEVO, nada más ni nada menos que su propio Espíritu, ¡Aleluya!. Dicho en otras palabras, de la misma manera que Dios cubrió con pieles de animales los cuerpos de Adán y Eva en el Jardín del Edén, así mismo El, hoy nos regala un “Vestido Nuevo” (Jesucristo).

Este “vestido” nos hace participes de una NUEVA NATURALEZA, y nos califica para disfrutar de toda bendición, permitiéndonos además cumplir con las exigencias de su reino, puesto que lo mortal es absorbido por la vida, sabiendo que esta vida de la que estamos hablando es CRISTO.