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“LA AMARGURA”

“Mirad bien no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados.” (Hebreos12:15)

“Amargura es el sentimiento de profunda pena, dolor y desagrado que puede experimentar un individuo como consecuencia de alguna situación o evento que le depara la vida.”


En el griego del Nuevo Testamento, “amargura” proviene de una palabra que significa punzar. Su raíz hebrea agrega la idea de algo pesado. Finalmente, el uso en el griego clásico revela el concepto de algo fuerte. La amargura, entonces es algo fuerte y pesado que punza hasta lo más profundo del corazón. Es un veneno que atraviesa y perfora. Es sumamente contagioso.


Lo que indica que del corazón de una persona en amargura sale un veneno que contamina (embriaga) no únicamente su alma, sino también el alma de las personas que le rodean; este veneno se inyecta a través de palabras de sabor amargo y punzantes como un cuchillo.


Como podemos ver, la amargura se anida (vive, habita) en el corazón, luego se expresa en palabras para finalmente manifestarlo en comportamientos.

Palabras de amargura atrofian (dañan) la autoestima de las personas. Por ejemplo, aquellas dichas por padres con amargura producen no solamente hijos temerosos, inseguros, sino también violentos, amargados y agresivos.

Por lo general, una persona amargada es aquella que ha sufrido mucho y por lo tanto en su interior ha ido almacenando ofensas, heridas, experiencias, etc. que marcaron su vida, no solo en ese entonces (pasado), sino aun en el presente y lo más triste, se proyectan así en el futuro. De tal forma que su estilo de ver las cosas, de pensar, de relacionarse con otros esta marcado por todo esto. La amargura puede llegar a convertir a una persona que antes era dulce y amable en muy desagradable y molesta.


¿Cómo llega la amargura al corazón?


Se inicia con una OFENSA. No importa su tamaño, o si esta fue intencional o no, lo que determina su gravedad es la procedencia y permanencia de la misma. Por ejemplo, si la ofensa proviene de la persona que más amas o que está más cercana a ti, el daño será mas profundo y se guardará por mucho tiempo. De hecho ofensas no resueltas son las que permiten el crecimiento de raíces de amargura en el corazón de las personas. De la misma forma que una planta esta sustentada por raíces, así un corazón herido se sustenta (mantiene, alimenta) de raíces amargas tales como falta de perdón, celos, orgullo, egoísmo, hipocresía, envidia, ira, enojo, blasfemia, palabras deshonestas, pleitos, griterías, maledicencia, murmuración, queja, venganza, depresión etc., y éstas cuando crecen, son las responsables de una infinidad de males que terminan incluso en enfermedades tanto físicas como espirituales. Son la estrategia maestra de Satanás para aislar a las personas con el fin de producir en ellas destrucción y muerte.


Pensando en ello es que se nos advierte: “Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados.” Hebreos 12:15


Dejar de alcanzar la gracia de Dios tiene que ver con no valorar ni disfrutar de los privilegios y beneficios que esa gracia nos concede al ser llamados hijos de Dios y al mismo tiempo, impedir que otros participen de la herencia . Dicho en otras palabras, es como vivir debajo de un puente en calidad de pordiosero por no querer aceptar que se ha recibido una herencia multimillonaria, tratando incluso de convencer a otros de vivir en esa condición miserable.

¿Cuál es la solución?

Leamos Éxodo 15:22-25 Moisés hizo partir a Israel del Mar Rojo. Salieron al desierto de Shur y anduvieron tres días por el desierto sin hallar agua. Llegaron a Mara, pero no pudieron beber las aguas de Mara, porque eran amargas; por eso le pusieron el nombre de Mara. El pueblo se puso a murmurar contra Moisés, diciendo: «¿Qué hemos de beber?» Entonces Moisés clamó a Jehová, y Jehová le mostró un árbol; lo echó en las aguas, y las aguas se endulzaron.


El árbol que endulza las aguas es nuestro SEÑOR JESUCRISTO.

Permite que su presencia, su amor, su señorío, su sanidad, su gracia arranquen de raíz toda amargura guardada en tu corazón. Solo así podrás tener una mente sana, equilibrada y sobria.


2. La Amargura, Miami, Florida, EE. UU. de A. : Editorial Unilit, 1994, S. 6


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