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FUNCIÓN DE LAS ATADURAS


¿Estoy viviendo lo que Dios quiere? Si no es así, ¿Sabemos el porqué?

¿Estoy transformando positivamente el ambiente que me rodea?

¿Estoy manifestando el fruto del Espíritu Santo (paz, paciencia, benignidad, templanza, dominio propio) en todas las áreas de mi vida?


Las ataduras, como hemos aprendido son esos lazos, ligaduras, asociaciones, nudos que se establecen en el alma de las personas. Son la estrategia maestra empleada por el enemigo para:

· Modelar nuestro corazón y mente (sistema de creencias) (identidad)

· Impedir el fluir de la vida de Dios en nosotros (propósito)


Muchas veces creemos que todo lo que sucede en nuestras vidas es producto de la voluntad de Dios. Sin darnos cuenta de que esta forma de pensar ha sido fruto de la acción de ataduras en nuestra alma y por tanto, se convierte en una de las estrategias mas utilizadas por el enemigo para distorsionar la imagen que tenemos, no solo de nosotros mismos sino también la imagen que tenemos de Dios. Somos nosotros los que construimos nuestras realidades a partir de lo que creemos. De aquí es que surge la famosa ley de atracción, es decir mis pensamientos se convierten en verdaderas estructuras que atraen cosas, personas, lugares estados de ánimo, etc. que construyen o destruyen todo lo que tocan. Un argumento es establecido a partir de una atadura, lazo, ligadura, asociación, etc. Por tanto, lo primero que tiene que cambiar es nuestra manera de vernos a nosotros mismos


Por ejemplo: Imaginemos el caso de una persona que en su infancia ha sido mordida por un perro. Debido a esta mala experiencia formula en su sistema de creencias, ideas y conceptos equivocados: “los perros son malos”, luego estuvo en un parque y tuvo un encuentro inesperado con unas hormigas, en otra ocasión con gatos, etc. Los perros, las hormigas, los gatos pertenecen al reino animal, por tanto, los animales en general son malos”, en conclusión: “Lo mejor es no acercarse a ningún animal”. Tales ideas al ser aceptadas van profundizándose y estableciéndose como verdaderas murallas en el alma de la persona y si no lo supera, va a desarrollar un estilo de vida lejos de los animales. Sin darse cuenta de que esta siendo presa de una atadura de miedo que va modelando su carácter. Esa experiencia de miedo se transforma en la puerta que permite el paso a otras más en los diferentes ámbitos de la vida, llevándole a la persona a convencerse de que el miedo es parte característico de su vida. Adquiriendo por consiguiente el “titulo” de “miedosa” y así sucesivamente (depresiva, iracunda, desordenada, etc.). Oponiéndose rotundamente a lo que Dios dice al respecto de ella. De hecho, Dios creo al ser humano para que tenga contacto con la naturaleza y esta incluye animales y no solo ello, sino que le dio la facultad de gobernarla, administrarla y hasta ponerles nombres. Cabe señalar que, una cosa es preferencia y otra muy diferente es no poder elegir por el miedo. Por ejemplo, las fobias. Un niño normal cuando se enfrenta a algo desconocido debe manifestar dos cosas: Respeto y curiosidad. Es la reacción a… lo que determina si estoy o no atado. Pues la persona se convence de algo y construye su realidad a partir de ello.


Dicho sea de paso, estas ataduras mientras más se incrusten o aparezcan en los primeros años de vida de la persona, más oportunidades tendrán de darle forma a su identidad y al concepto de NORMALIDAD de todo y en todo se verá seriamente afectado.


Recordemos, Dios es el que tiene la primera y la última palabra en cuanto a determinar lo que es normal y lo que no lo es, no nuestras experiencias. La verdad se estructura a partir de todo lo que Dios dice a cerca de algo, alguien o lugar. Por ejemplo: el matrimonio es un diseño entre dos personas de diferente sexo, así lo determinó su creador, por tanto, la normalidad no viene por nuestra opinión o por lo que nosotros decidamos en mayoría. Las opiniones pueden cambiar, pero la Palabra de Dios permanece para siempre.


Las ataduras atan a la persona con el padre de la mentira. Por consiguiente, todo aquello que impide el fluir de la vida de Dios en nosotros debe ser destruido.

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