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ALTAR DE ADORACIÓN

La caída de Adán y Eva determinó una ruptura de relaciones con Dios por tanto, desde aquel entonces se determinó un punto de encuentro, el altar.

¿QUÉ ES UN ALTAR?

“Es una estructura o lugar elevado donde se llevan a cabo sacrificios o se ofrece incienso como gesto de adoración.” También la palabra es empleada en un sentido de consagrar algo o alguien al Señor.

En hebreo la palabra es MIZBEAH, lugar de matanza (matadero), lugar donde se enciende el fuego. En pocas palabras: Significa “lugar de sacrificio”, cuyo propósito principal era establecer y mantener la relación del pacto entre Dios y su pueblo.

A lo largo de las escrituras encontramos varios momentos importantes en los que se levantan altares. Por ejemplo: en el libro de Génesis lo podemos ver con Caín y Abel, luego en el un altar construido por Noé después de salir del arca, luego Abraham, Isaac, Jacob; en Éxodo, Moisés, Josué con el fin de ofrecer sacrificio sacrificiales y memoriales, tal y como Dios lo había instruido.

Todos ellos fueron establecidos como ejemplos claros de lo que más tarde Dios mostraría en la vida de su hijo Jesucristo, el sacrificio perfecto, en su deseo de restaurar nuevamente la comunión con el ser humano, perdonando sus pecados y recuperando así, su posición de hijos.

El altar por tanto, nos hace recordar el amor del Padre hacia todos nosotros en su afán de darnos entrada libre a su presencia.

Leamos Hebreos 3:6 “…pero Cristo fue fiel como Hijo sobre la casa de Dios, cuya casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin nuestra confianza y la gloria de nuestra esperanza.”

Romanos 12:1 “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.”

¿Cómo?

Romanos 12:2 “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”

Gálatas 2:20 “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.”

Entonces vengamos al altar, presentémonos revestidos de Cristo, el holocausto perfecto y ofrezcamos nuestra ofrenda de alabanza, sacrificio vivo, santo, agradable al Señor; consagremos nuestra familia, sueños, anhelos, dones, trabajo, todo nuestro ser a El. Establezcamos el punto de encuentro donde los diseños del cielo son bajados a la tierra a fin de que vivamos en la voluntad absoluta de Dios.

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