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UNA INVITACIÓN CON PROPÓSITO

Leamos Isaías 55:2-3

“Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura.”

  • ¿A quién debemos oír?___________________________________________________

  • ¿Qué debemos comer?___________________________________________________

  • ¿Qué le pasará a nuestra alma al comer del bien?___________________________________________________


“Inclinad vuestro oído, y venid a mí; (poner atención, acercarse a Dios)”

  • ¿Qué es lo que debemos hacer?___________________________________________________

“oíd, y vivirá vuestra alma;”

  • ¿Qué supone la apalabra “oíd”?___________________________________________________

  • ¿Qué le sucederá a nuestra alma cuando oye y obedece a Dios?_______________________________________________

“y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David.”RV

  • ¿Qué consecuencia le espera a quienes ponen atención, se acercan y obedecen a Dios? ______________________________________________________________________________________________________

Dicho en palabras mas sencillas:

¡Óiganme bien, y comerán una comida buena y deliciosa! No vale la pena ganar dinero y gastarlo en comidas que no quitan el hambre. 3 »¡Vengan a mí y presten atención; obedézcanme y vivirán! Yo me uniré a ustedes para siempre, y así cumpliré las promesas que hice a mi amado rey David.TLA

Nuestro Padre celestial nos hace una invitación con “propósito”. Los más beneficiados con ella, somos nosotros, puesto que, al escuchar su voz, sobrenaturalmente sus palabras se convierten en comida buena y deliciosa para nuestra alma. Y cuando nuestra alma esta saciada y satisfecha, inmediatamente nos lleva a acercarnos a Dios y a poner en práctica su Palabra, y como consecuencia de ello, no solo que vida nos es aumentada, sino que el mismo Dios se une a nosotros y todas sus promesas se hacen realidad en nuestra vida.


Dios nos llama, con el fin de “llevarnos a su casa (presencia, unión, intimidad)” y allí “hacernos OIR sus palabras” ¿Y esto por qué? Porque sus palabras son vida para nuestra alma. Sus palabras son la manifestación de su presencia. Y su presencia es el oxigeno que necesitamos para vivir, de lo contrario morimos.

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