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DISEÑADOS PARA PRODUCIR

Te has preguntado alguna vez porque hay momentos en tu vida que experimentas sequedad-muerte. Parecería que las mismas cosas que antes provocaban entusiasmo y energía ya no tienen el mismo sentido y producto de ello, el ánimo y las fuerzas se van debilitando. La respuesta la encontramos en la naturaleza. Miremos como funciona un árbol, como da sus frutos y entonces descubriremos y entenderemos el porque de muchas cosas.

Notemos algo, la planta para llevar fruto no necesita de esfuerzo alguno, sino que éste es cuestión de naturaleza. De hecho el fruto, cuando llega el tiempo propicio, revela la identidad de la misma. A su vez, la calidad del fruto depende del suelo, la nutrición, cuidados, riego y atención que reciba la planta. Si esta se encuentra plantada en buena tierra que permita desarrollar raíces fuertes y saludables, entonces la producción de frutos será en cantidad y calidad. Así mismo, nosotros estamos llamados a dar fruto, la clave consiste en estar conectados, unidos al tronco del árbol que está plantado en tierra fértil.

Leamos Génesis 1:27-28 “….Fructificad y multiplicaos…”

De hecho, el significado de fructificar es: Dar fruto. Desde el hebreo es la palabra "pará" que significa: fértil.

Multiplicar: Aumentar considerablemente una cantidad o un número. Desde el hebreo es la palabra "rabá" que significa: aumentar, abundancia.

Como el árbol, fuimos diseñados para dar fruto en calidad y en cantidad. Si no hubiera sido así, Dios no nos hubiera dado dicha orden, puesto que Dios jamás nos envía a hacer algo sin antes equiparnos con lo necesario. Recordemos que el deleite de nuestro Padre celestial es vernos bendecidos y felices cumpliendo con su propósito.

Leamos Juan 15:1-8

¿Quien es la vid?

¿Quien es el labrador?

¿Que somos nosotros?

¿Que se necesita para dar más fruto?

¿En que se glorifica el Padre?

Como podemos ver, la esterilidad no es parte de nuestro diseño. La esterilidad es manifestación de muerte, producto del pecado. Pero Cristo con la cruz la cortó de raíz, cumpliéndose en nosotros la palabra que dice que aunque estábamos muertos en nuestros delitos y pecados, Cristo nos ha dado vida, y donde hay vida hay crecimiento y multiplicación.

Por tanto es tiempo de HACER DOS COSAS:

  1. “Beber” y “alimentarnos” de la sabia del “ARBOL DE VIDA” que es JESUCRISTO a través de la palabra, oración, comunión con su Espíritu.

  2. Dejarnos limpiar de toda maleza y atadura que nos impide dar el fruto adecuado

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