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LO QUE CALMA TU SED

No solo quienes han tenido la oportunidad de estar en un desierto han experimentado sed por la carencia de agua, sino también aquellos que aun al estar rodeados de agua se exponen a la muerte por deshidratación. Tal es el caso de un hombre que fue rescatado hace un par de años atrás, victima de un terrible accidente producto de una gran tormenta. El barco en el que viajaba naufragó en medio del océano Pacifico lejos de cualquier costa. El hombre aferrado a una pequeña canoa logró permanecer a flote, pero al cabo de algunas horas, empezó a sentir sed, y en su desesperación, bebió agua del mar. Mientras mas sed tenia, mas agua de mar bebía, sin saber que ello le estaba ocasionando mayor deshidratación, puesto que como todos sabemos, el agua del mar contiene sal y la sal lejos de saciar la sed la aumenta. Pensando él encontrar la solución lo único que estaba haciendo es acercándose cada vez mas a su destrucción.

Esta historia se asemeja mucho al paso del ser humano sobre esta tierra. Pues en su búsqueda de apagar su sed de paz, amor, salud, bienestar, felicidad, etc. se refugia en “aguas” que no pueden satisfacerle y que por el contrario lo hunden en mayor necesidad y desesperación.

No es sino hasta que descubrimos el “agua viva” que realmente nuestros problemas encuentran solución.

Leamos el Salmo 42:1-5 “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas,
así clama por ti, Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo.
¿Cuándo vendré y me presentaré delante de Dios? Fueron mis lágrimas mi pan
de día y de noche,
mientras me dicen todos los días:
«¿Dónde está tu Dios?» ¿Por qué te abates, alma mía,
y te turbas dentro de mí?
Espera en Dios,
porque aún he de alabarlo,
 ¡salvación mía y Dios mío!

Todo lo que sucede al rededor tuyo activa, el mecanismo que te impulsa, te lleva a abrir la “llave de agua” que realmente saciará tu sed. Son esa cadena de sucesos y problemas que al aparecer en tu vida hacen que todo tu alma empiece a desbordarse por tu boca a través de un clamor genuino, llevándote a reconocer tu necesidad de agua viva, de Dios, de su presencia; Y cuando te acercas y bebes de ella es cuando la paz que sobreasa todo entendimiento, esa paz que el mundo no conoce, esa paz que proviene de lo alto, del trono mismo de Dios, satura tu vida y de manera milagrosa te lleva a alcanzar la victoria en cualquier situación en la que te encuentres. Entonces tus fuerzas se agigantan, pues descubres que en tu debilidad el Padre celestial se glorifica.

“Mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”.

Juan 4:14 .


Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. Juan 6:35

La pregunta es: ¿Qué tipo de agua estas bebiendo?

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