VIDA ESPIRITUAL: ¿REALIDAD O FICCIÓN?
Para poder entender lo que significa la vida espiritual es preciso primeramente aceptar la presencia de esta dimensión. Partamos de lo siguiente: Todo cuanto existe es la manifestación de Dios. Dios es un Dios de diseños. Dios es Espíritu, por tanto hay una realidad espiritual. El hombre a su vez, es un espíritu que habita en un cuerpo y que se comunica y percibe el mundo exterior a través de un alma. De hecho el alma y el cuerpo divisan todo lo que está en el mundo natural, mientras que el espíritu descubre todo lo que está en el mundo espiritual.
Nuestro espíritu salió de Dios por lo tanto, el nos conoce desde el principio incluso mucho antes de que naciéramos. Pero por causa del pecado nuestro espíritu estaba muerto y por ende separado de Dios, pero cuando nos arrepentimos y aceptamos tanto el sacrificio de Cristo en la cruz como el poder de su resurrección es que empieza en nosotros un proceso de gestación donde con el nuevo nacimiento, nuestro espíritu es vivificado y volvemos a conectarnos con el Espíritu del Padre, regresando de esta manera a su diseño original. Tal como lo anuncia el apóstol Pablo en 1 Corintios 6:17 “El que se une al Señor uno es con el espíritu de Dios.”
Dios es un ser infinitamente grande no solo en tamaño y proporción sino en conocimiento, luz, vida, verdad, justicia, libertad, etc. De hecho, no hay palabras que pueden describir y contenerlo. Por tanto, es imposible de ser medido o entendido por nuestra limitada capacidad humana. Es por eso que el Padre, se presentó a nosotros en una “versión” mas comprensible de El mismo, esto es en JESUCRISTO, es en El que se reunieron todas las cosas para luego convertirse en el “Espíritu vivificante”, el Espíritu Santo que da vida y poder a todo nuestro ser. El es el portador de la esencia del Padre, su amor, gracia y sabiduría. El es el que actúa desde nuestro interior. “De vuestro interior correrán ríos de agua viva….” Es quien nos introduce al rio de la vida del Padre. El en nosotros y nosotros en El. Cuando lo entendemos en nuestro espíritu es que realmente podemos vivir y experimentar a Dios mismo a cada momento. “Ya no vivo yo mas Cristo vive en mi…”
A medida que este proceso de gestación va madurando y creciendo en la persona unida a Cristo, el mundo espiritual va haciéndose mas “visible.” Esto provocará que constantemente viva experiencias nuevas con El, pero para que ello se de, habrá tenido que acallar todas las otras voces que “gritan” a su alrededor que tratan de encerrarla en estructuras mentales llenas de “lógica” y limitaciones. “No puedo”, “No sé”, “No tengo”, entre otras.
En conclusión, el mundo espiritual es el mismo Cristo revelándose a nosotros, es por eso que el apóstol Pablo afirma: en El somos, nos movemos y estamos. Esta revelación es la piedra angular, Jesucristo mismo. ¿Y todo esto para qué? Para darse a conocer al mundo – cosmos entero a través de la Iglesia. La iglesia somos tu y yo.
Leamos Mateo 16:16-19 “Simón Pedro respondió: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente». Entonces Jesús le dijo: «Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo reveló carne ni sangre, sino Mi Padre que está en los cielos. Yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré Mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Yo te daré las llaves del reino de los cielos; y lo que ates en la tierra, será atado en los cielos; y lo que desates en la tierra, será desatado en los cielos».”
Cristo es la roca, la piedra angular sobre la que se constituye la iglesia, nuestras vidas, su cuerpo.
En consecuencia nosotros nos convertimos en “una roca inamovible” por causa de la revelación de Cristo en nuestras vidas. Cristo manifestado en ti, en toda la expresión de lo que Él es te da la autoridad proveniente del Padre aquí en la tierra para poder gobernar tanto en el mundo espiritual como en el terrenal. Estando en estas circunstancias, el mundo de la tiniebla no puede vencernos, ni tampoco prevalecer. Por tal motivo es que Cristo quiere revelarse en estos días. Quiere levantar una iglesia que lo conozca en lo profundo de su espíritu cuyo poder venga de la revelación de entender quien es Cristo. Solo los que lo buscan, van a tener experiencias espirituales, los que limpian todo su ser, los que ponen en El su tesoro más preciado, los que perseveran y esperan en silencio la revelación de Jesucristo; los que anhelan profundamente una comunión intima con El. Esta revelación tiene que ver con el amor que tengamos por El. Mientras más nos enamoramos de El, mayormente irá brotando en nosotros santidad, pureza, gozo, justicia y paz, el fruto de su Espíritu en sus diferentes dimensiones.
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