ENSEÑANDO AL ALMA
En el alma se encuentran varios elementos, entre los principales están:
Mente, pensamientos.
Emociones
Voluntad
La información que entra a nuestra mente se transforma en pensamientos, ideas que
influyen directamente sobre nuestras emociones (corazón) y voluntad (poder de
decidir). Ésta información una vez que ha sido procesada, nuestro cuerpo físico la
manifiesta.
Por ejemplo noticias de peligro provocan miedo, ante lo cual se necesita tomar una
decisión, para finalmente tomar una acción determinada, correr.
De modo que todo lo que vemos, oímos o sentimos influyen decisivamente en
nosotros. De allí la importancia de ser sobrios y velad, como nos instruyen las
escrituras, pues el contenido que almacena nuestra alma o lo que ella experimenta
esta determinado por lo que nosotros permitamos o rechacemos. Por tanto nuestra
vida necesita enfoque. Recordemos somos lo que comemos. Tenemos que aprender
a darle instrucciones a nuestra alma (mente), es aquí cuando el aspecto de
separación de luz y tiniebla juega un papel muy importante.
Leamos Filipenses 4:8
“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo
justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud
alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.”
De tal forma que todo lo que llegue a nuestros sentidos deben pasar por el filtro de
la palabra y del Espíritu, solo así tendremos la seguridad de no “fallar al blanco”.
Y si a ello le añadimos el mantenernos buscando las cosas de arriba, no las cosas de
la tierra, entonces nuestra alma permanecerá en paz y victoria. Nuestras
conversaciones estarán llenas de vida y no de muerte. Pues: “De la abundancia del
corazón habla la boca”.
Recordemos también que todo lo que salga de ella va a determinar nuestra siguiente
temporada .
En Marcos 11:23 Jesús dice textualmente:
“Si crees que será hecho
lo que dices, lo que digas te será hecho.”
Esto nos recuerda que tener fe es crear, somos nosotros los que determinamos en
que realidad queremos vivir. Si en la realidad de un mundo corrupto o en la realidad
del reino de Dios y su justicia.