¿DE QUÉ DEPENDE TU CRECIMIENTO?
1 Corintios 3:6-7 “Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios que da el crecimiento.”
Mateo 6:27 “Y quien de vosotros podrá, por mucho que se angustie, añadir a su estatura un codo?”
El mejor ejemplo de ello lo podemos encontrar en la agricultura, pues, aunque si bien es cierto, la participación del agricultor es sumamente importante, sin embargo, él no puede forzar a la planta a crecer ni más rápido, ni más alto y a pesar de que gaste horas y horas trabajando, fumigando, regando, podando, etc., él por si solo, no puede darle crecimiento a sus sembríos, pues el único que tiene el poder para hacerlo, es DIOS. Claro está que el agricultor debe hacer su parte con diligencia y responsabilidad, pero sin afán ni angustia, sino más bien, con paz y confianza.
Lo mismo sucede con nosotros, pues es absurdo llenarnos de orgullo o ansiedad pensando que por nuestro trabajo es que somos algo o tenemos posesiones, mas bien, es preciso reconocer que es por la gracia de Dios en nosotros, que somos quienes somos y tenemos los que poseemos. Ni siquiera nuestros hijos son glorias nuestras, sino exclusivamente de El.
Por tanto, pongamos sabiduría y diligencia a todo lo que hacemos; confiando y descansando en que Dios, nuestro Padre celestial, dará el crecimiento adecuado y en su tiempo. Lo único que requiere Dios de nosotros es nuestra disposición.
El Espíritu Santo esta viviendo en cada persona que ha decidido vivir bajo el señorío de Jesucristo. Por tanto, El se convierte en el motor que nos lleva de victoria en victoria.